Al fondo de la calle Victoria Subercaseaux, el cerro Santa Lucía. La imagen se refleja en un vidrio.
Los bloques de piedra de la escalera se asemejan a la arquitectura inca.
Escalera de bloques de piedra. En tanto éstas son del propio cerro causa admiración la transformación del lugar que no rompe la naturalidad del conjunto.
También está el elemento arquitectónico heredado de lo español, de lo feudal, el sendero protegido por un murallón tras el cual parapetarse y la idea del castillo en la cumbre.
En la cima, la ermita donde están sepultados los restos de Benjamín Vicuña Mackenna, quien concibió la remodelación del peñón agreste, lugar en que Pedro de Valdivia fundó Santiago el 12 de febrero de 1541. Cuenta la historia que al acabarse los fondos públicos para su terminación, don Benjamín vendió las joyas de su esposa para financiar el término de las obras. Su aporte al diseño urbano puede compararse al de Hausmann en París.
Vista hacia el nor-poniente de Santiago, desde la terraza de las rocas. Éstas destacan, con su presencia sólida los modernos edificios de hoy.
Detalle de la fachada hacia Alameda. Un barco surge de un espacio de la piedra con su carga de flor de la pluma. Tal como en las ruinas prehispánicas surgen de las grietas las más diversas plantas.
Fachada frontal hacia la Alameda. Desentona el amarillo con el color de la piedra dominante.
Macho cabrío, detalle de un copón para plantas. Tal vez reminiscencia de la cultura dionisíaca introducida en el imaginario americano por Europa.
La fuente de Neptuno, testimonio de la tradición griega.